Supervivientes de Chicago dicen que la educación sexual crea comunidades más fuertes

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Chicago tiene un problema de violencia de género.

Hace menos de cuatro años, un informe expuso cómo las Escuelas Públicas de Chicago (CPS) fracasaron en el apoyo a más de 500 supervivientes de violencia sexual. El mes pasado nos enteramos de que el Distrito de Parques de Chicago está lidiando con un problema similar, en el que los responsables de la toma de decisiones ignoraron las voces de las supervivientes que denunciaban el acoso sexual sistemático. 

En ambos casos, la ciudad ha respondido creando un sistema de denuncias y estableciendo políticas de denuncia y cumplimiento, pero este tipo de solución no da en el blanco. Lo que realmente necesita nuestra ciudad es una profunda inversión para evitar que la violencia se produzca en primer lugar. Esa prevención comienza con la educación sexual.

Lo que realmente necesita nuestra ciudad es una profunda inversión para evitar que la violencia se produzca en primer lugar.

Como supervivientes de la violencia de género, estamos íntimamente familiarizadas con la forma en que la falta de inversión en la prevención de la violencia puede afectar la vida de una persona. Al aprender por primera vez sobre el consentimiento mediante la participación en un programa de liderazgo de Healing to Action, nuestra comprensión del poder y de las relaciones saludables se transformó por completo. Al reflexionar sobre nuestras experiencias, llegamos a la conclusión de que “Antes, no podía decir lo que había en mi corazón. Eso me hizo sentir más intimidado, agresivo y frágil, pero cuando aprendí más sobre mi valor, entonces pude hablar por mí mismo y por los demás más que antes.” Aprendimos de nuestras compañeras más de lo que habíamos aprendido de nuestros padres o profesores.

Nos quedó claro que nuestros hijos e hijas necesitaban urgentemente este tipo de información. Teniendo en cuenta que nunca habíamos tenido estas conversaciones cuando éramos más jóvenes, nuestros nuevos conocimientos nos liberaron de los tabúes y los miedos para poder hablar de salud sexual con nuestros hijos e hijas, y además rompieron el ciclo tóxico de silencio. Al hablar con nuestros hijos e hijas, ellos y ellas han estado adquiriendo más confianza en la comprensión de la autonomía corporal, están practicando una nueva normalidad de cuidado y respeto consigo mismos/as y con sus compañeros y compañeras. Ver este impacto positivo nos animó a movilizarnos para garantizar que todos los jóvenes de CPS aprendan conceptos relacionados con la autonomía corporal, incluyendo a los alumnos diversos que nunca han tenido acceso a la educación en materia de salud sexual.

Pero la prevención de la violencia sexual no siempre se considera una prioridad. Recientemente, la Oficina de la Alcaldesa lanzó una iniciativa contra la violencia de género, pero las acciones anteriores de la ciudad nos dan motivos de preocupación. Por ejemplo, a pesar de tener una política que ordena la educación sexual integral para todos los estudiantes de CPS, es sólo recientemente que CPS asignó fondos para implementar la educación integral en materia de de salud sexual y agregó componentes para proporcionar a los cuidadores más información y acceso como resultado de nuestra abogacía. Si bien este es un comienzo prometedor, alrededor de la mitad de los estudiantes de CPS todavía no están recibiendo educación sexual integral.

Alrededor de la mitad de los estudiantes de CPS todavía no están recibiendo educación sexual integral.

Como supervivientes, creemos que la forma en que nuestros jóvenes aprenden a negociar los límites tendrá un impacto en las generaciones siguientes y, en última instancia, prevendrá la violencia al crear oportunidades para que reconozcan mejor el daño y lo denuncien. La educación para la prevención, al igual que la educación para la salud sexual, crea y apoya un entorno social saludable para que los jóvenes se sientan respetados e incluidos. También apoya a los cuidadores como nosotros para que se conviertan en una fuente de apoyo para los jóvenes de nuestras comunidades, lo que hace que sigan participando y se sientan cómodos comunicando cualquier reto al que se enfrenten. En última instancia, esto genera más confianza, lo que crea comunidades más seguras y saludables. 

En pocas palabras, no financiar adecuadamente la educación para la prevención en cualquier plan para acabar con la violencia de género descarta activamente una oportunidad para incluir a los miembros de la comunidad en la lucha de esta ciudad por la justicia. En su lugar, reimaginemos la responsabilidad en torno a la violencia de género más allá de las soluciones reaccionarias para prevenir realmente que esta violencia se dé antes de que se produzca. Si damos prioridad a la financiación de la educación para la prevención y seguimos haciendo que esta educación sea más accesible para todos los cuidadores, educadores y jóvenes de nuestras comunidades, creemos que este ciclo de violencia puede romperse y que nuestras comunidades pueden empezar a sanar.

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Aurelia Aguilar es una activista por los derechos de los inmigrantes y líder de Healing to Action. Tiene una hija en CPS. Aurelia Aguilar is an immigrant rights activist and a leader with Healing to Action. She has one daughter in CPS.